Panduro escap del Instituto de Menores Santa Clara. Lleva una tabla mal tallada, hambre, un pasado sin palabras y la convicci n de que no hay lugar que lo espere. Recorre m danos, parques oxidados, casillas quemadas. Lo persigue una hora fija -03:17- y una imagen que no lo suelta: un chico callado, con casco de rayos, que aparece siempre en los bordes, como un espectro.
En la Isla de Cemento, el skatepark olvidado por el municipio, conoci a El Seba, al punk distorsionado, a las bandas rojas. La violencia puede ser muy cruda. All tambi n naci su tabla: arma, reliquia o cicatriz. Y all conoci a Facu, un pibe que surfea solo, del que se r en sin saber por qu , que no se defiende, que lo mira sin pedir nada. Hay una chica, tambi n. Y un viejo, que parece saber demasiado sobre lo que ocurre all .
Con una narrativa fragmentaria y visual, este cuento oscuro combina est tica noir, realismo sucio y folk de periferia. Hay fantasmas? Tal vez. Pero son los que respiran debajo de la tierra. Isla de Cemento, el skatepark olvidado, no explica, no redime, no perdona. Solo irradia la energ a de las infancias perturbadas.